domingo, 22 de febrero de 2015

Vals de Monstruos descripción extendida

El artista se sienta ante su obra.
Los trazos son firmes y bien trabajados. El esfuerzo ha merecido la pena. La inactividad creativa al final puso ser apaciguada. El dibujo está cerrado.
Pero pese a las múltiples felicitaciones recibidas, el autor frunce el ceño sentado a los pies de la cama.
La luz es correcta. Las sombras coinciden. Los sujetos son proporcionales y muestran claramente lo que trataba de representar.
Pero él está insatisfecho. Mueve rítmicamente la pierna.
- ¿Sabes que le falta?- dice ella entrando en la habitación- amor.
Él sonríe mientras ella le abraza el cuello por detrás.
- Alguien lo acapara todo.
Él se gira y le sonríe un beso o le besa una sonrisa. Ella le propone un trato. Esa noche saldrán a bailar pero no pueden caerse de la cama.
Él se ríe y la llama loca, la llama amor, la llama ella, la llama pero no sabe cómo, la llama más que a nadie en el mundo, la llama. Ella quiere pisarle los pies.
Ambos deciden que es hora de poner música. La aguja resulta ser la boca de él, y el disco resulta ser el alma de ella. Nunca en la historia universal del beso uno había sonado parecido. En eso ambos coinciden.
Empiezan a regalarle al suelo los pesados disfraces diurnos: ella le quita a él la frustración, él le desabrocha a ella los complejos. Ninguno de los dos quiere tropezar con mentiras.
Los besos les van robando el cuerpo, la piel se eriza en una carcajada.
Comprenden entonces las teorías acerca del universo y las corrientes filosóficas sobre la existencia humana. Él entiende que la teoría de cuerdas es insuficiente para amarrar la vida de ella. Ella descubre que Nietzsche sería capaz de resucitar a Dios si escuchara los ojos de él.
Las descripciones que se hacen de este momento solo son una diminuta gota en medio del desierto. Es como si aprender a amarse les hiciera olvidar todo lo demás.
El baile continúa, ambos encajan sus pasos, alguna vez entonan una melodía humana (como si la esencia se les escapara por la boca). Parece que las cicatrices ahora son piel blanda. Alguien se ha comido a besos el miedo a saltar, A saltar sobre el tiempo, sobre lo inevitable.
Estos pensamientos se van fundiendo con luces, sombras, dos sujetos proporcionales y sueños que alguien ha arrancado de dormir y ha arrastrado hasta la almohada.
Es amor.

Tras la paz, el sol se hace presente por la mañana. Él estira las piernas para enroscarse en ella, pero ella no está. Se incorpora.
-¿Sabes qué le faltaba?- dice él gateando a los pies de la cama- amor.
Ella sonríe mientras él le besa el cuello por detrás frente al espectáculo visual:

Dibujo realizado, una vez más por Marcos Barrientos (Twitter e Instagram)
También podéis encontrar monstruitos de los dos en @Buscamonstuos (Twitter e Instagram)
Gracias, mil gracias.


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