sábado, 27 de diciembre de 2014

Misunderstanding all you see

-Mamá, creo que estoy enamorada- sentencia Paula mientras su madre separa su cabello en tres mechones.
- ¿Ah, sí?- no levanta la mirada del pelo de su hija.
- Sí, mamá. Estoy enamorada y esta vez va en serio.- Paula frunce el ceño- No es como cuando tenía cuatro años.
- Claro, ya tienes cinco.
- Claro y me he enamorado como las chicas mayores. Como tú. Mamá, ¿cómo te enamoraste de papá?
Paula gira la cabeza en un intento de mirar a su madre. Ésta la vuelve a colocar en la posición inicial, con firmeza pero sin perder dulzura.
-Mamá, cuéntame cómo conociste a papá.
Su madre mueve las manos con agilidad componiendo la trenza. Su mente empieza a pasear por los recuerdos de un pasado remoto. Como si de una película de los ochenta se tratara, empieza a ver su vida como mera espectadora ajena a la obra.
Se ilumina levemente una habitación amplia. Es el salón de una casa con decoración rústica. La sala está dividida por una barra de madera que permite ver el interior de la cocina y una fila de innumerables botellas. Varios chicos juegan a mezclar líquidos que finalmente acabarán bebiendo demostrando su hombría y que acabarán recordando las próximas veinticuatro horas. En el tocadiscos suena una vieja canción de los Blue Brothers. Los adolescentes mueven sus cuerpos de un lados otro. Unos llevan en su mano una cerveza, otros llevan vasos con el más variopinto de los alcoholes. Están bastante esparcidos.
En una esquina de la sala un chico con barba negra y ojos rasgados baraja las cartas. Tiene las mangas remangadas y mueve sus dedos con rapidez invitando a la chica que tiene en frente. Ella, como respuesta, se coloca bien las gafas y señala una. Horas después sería la que le haría magia a él con un beso.
También con gafas, un chico mira fijamente un cuadro en el centro de la sala. Las personas pasan por su lado sin que él se inmute. Tiene los ojos expectantes. Le propinan un empujón desde atrás que hace caer sus gafas cuadradas. Segundos después sonríe. “Ya lo entiendo todo”.

Momo está sentada en la moqueta blanda. Tiene frente a ella sus pies. Los ladea al ritmo de la música. Aparentemente se diría que está aburrida pero anda disfrutando de su propia compañía. Mueve los pies como si fueran un reloj: tic-tac “esta es mi canción favorita de los Blue Brothers” tic-tac.

Liberto suelta una carcajada. Uno de los presentes le sugiere que saque la guitarra. Todos le secundan. Liberto no tiene ganas. Está sentado en sofá rodeado de sus amigos. La guitarra está debajo de la mesa bajita que tienen delante. Siguen insistiendo y recoge la guitarra asqueado.

Alguien levanta la punta del tocadiscos rayando la superficie del vinilo.

Mientras, Liberto ha acabado de afinar la guitarra. Empieza a tocar varias notas de una conocida canción. Todos se sonríen y la cantan al compás desafinados. Algunos se pasan los brazos por encima y bailan medio borrachos. Liberto frunce el ceño mirando los acordes. De repente, tiene una sensación extraña y levanta la cabeza.
Justo en frente, una chica le mira fijamente. Tiene el pelo castaño y corto, a la altura de la barbilla. El flequillo parece querer acariciar sus cejas. Lleva un vestido ajustado de rayas blancas y azules y le llega por los tobillos. Lleva un calcetín más alto que otro y unos zapatos marrón. En la mano izquierda lleva un reloj negro. Alrededor del cuello descansa un collar con un ancla de plata que podría pasar desapercibida, pero que es lo primero que llamó la atención de Liberto. Sus labios rojos parecen asqueados. Están rodeados por dos lunares (uno encima y otro en el mentón) que, curiosos, danzan por su cara. Tiene unas largas pestañas curvadas que enmarcan su mirada fija en él, tranquila, desafiante.

Ha parado de sonar la canción de los Blue Brothers. De repente el reloj mental de Momo ha dejado de funcionar. Ha soltado un reproche cuando todos se han puesto a cantar una de esas horribles canciones que todo el mundo conoce, pero que nadie debería conocer. Momo se ha levantado del suelo, ha visto cómo su pequeño ritual silencioso se ha visto invadido por el ruido ajeno. Ha buscado culpables y lo ha encontrado a él.
Justo en frente, en chico levanta la cabeza y la mira. Tiene el pelo negro y muy liso. Parece algo despeinado, los mechones caen por su frente y algunos le acarician la nuca moviéndose cuando él ha levantado la cabeza. Tiene los ojos muy oscuros y grandes. Responden curiosos a la mirada que ella le lanza. Enseguida deja de mirarla y vuelve a fijarse en las cuerdas de su guitarra. Tiene los labios y la nuez muy marcados. Es extremadamente delgado y de su oreja izquierda (la única que ella alcanza a ver, dado que él está mirando la guitarra) está perforada por dos diminutos aros de plata. Sigue tocando un buen rato y de vez en cuando levanta la vista para mirar a Momo. Le regala media sonrisa para hacerla rabiar y sigue tocando.
Momo levanta una ceja.

Cuando a Liberto le empiezan a doler los dedos deja el instrumento bajo la mesa. Momo se coloca frente al tocadiscos y cuidadosamente lo hace funcionar.
Liberto la mira de reojo. Ya son menos que antes, y los que quedan en la sala no están muy sobrios. Momo se sienta de nuevo en la moqueta, en la posición inicial. Comienza a mirarse los pies “living is easy with eyes closed...”
- ¿Alguna vez has fumado? - Liberto le regala media sonrisa. Ella niega molesta – prueba esto. Te va a gustar.
Momo mira al horizonte, intenta que note sus intentos de ignorarle. Liberto se sienta a su lado. Huele a leña quemada. Sigue sonriendo mientras estira las piernas. Empieza a mover los pies al compás y se pone a cantar. Tiene la voz ronca y grave.
Momo gira bruscamente la cabeza para mirarlo. Él deja de cantar y da una calada.
- Aunque quizás no te guste. Puede que sea demasiado fuerte.
Ella se lo arrebata de las manos y lo aspira un par de veces. Minutos después tiene los ojos terriblemente rojos.
- Creo que es la primera vez que entiendo esta canción
Liberto suelta una carcajada


-Pues verás cariño. Es una historia muy larga. Resulta que tu padre y yo trabajábamos juntos en la misma oficina y un día él llevaba puesto unos cascos con el volumen muy altos y estaba escuchando una canción de mi grupo preferido: The Smiths- sentencia Momo colocando una gomilla en el pelo de su hija y dando por concluida la trenza, la conversación y Strawberry Fields.






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